Desde bien pequeña en mi subconsciente estuvo que un cuerpo sano es un cuerpo con curvas y no aquello que nos enseñaban en las pasarelas de Dior. Yo odiaba que se me notan las costillas y la espina de la espalda y odiaba los comentarios y los motes de mis compañeros, por mucho que comía por el estrés no engordaba era incapaz de subir de peso, por mucho que iba a escondidas a la nevera en las noches. Me sentía fea por aquellos nombres que me ponían como patas de pollo. Pero esto cambio cuando empecé con una medicación empecé a subir de peso y en poco tiempo me llevo al otro extremo. Ahora si tenía curvas pero aquellas curvas eran insanas estaban producidas por hinchazón cada clase de educación física era un infierno y el nuevo repertorio de comentarios no me ayudaba. Me miraba al espejo y tenía la autoestima tan destruida que me di cuenta de que ya nadie chuchicheaba, que era yo la que me insultaba enfrente del espejo a causa de los comentarios del pasado. Y comprendí qué que no podemos dejar que los comentarios de los demás nos hundan, no podemos hacernos esto a nosotros mismos. empezó el instituto me pusieron aparatos y los efectos secundarios de la medicina empezaron a desaparecer y empecé a desarrollar. Apareció ese cuerpo que tanto ansiaba sano desde pequeña pero aún así los comentarios volvieron aparecer, con esta historia lo que intento es que no dejes que los comentarios de los demás te hundan tu autoestima da igual el cuerpo que tengas siempre criticaran, cuchichearan, comentarán desagradablemente aunque sufran de lo mismo o cosas peores. Ama tu cuerpo protégelo y cuídalo es el que te va a acompañar toda la vida nunca te hará un mal comentario y siempre agradecerá todo lo que haces por él. Marga Pérez
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